dimarts, 16 de desembre del 2014

New York, New York...!!



Siempre es buen momento para viajar a Nueva York, incluso en invierno, a pesar de sus gélidas temperaturas. No había vuelto a poner mis pies en Manhatan desde el verano del año 1991, en que pasé allí varias semanas, y ya tenia muchas ganas. La ciudad seguía igual, tal como la recordaba, eso sí, con algunas novedades que no quería perderme, como el mercado de Chelsea o el High Line, entre otras.





Esta corta escapada se produce en pleno mes de noviembre de 2014. Las bajísimas temperaturas que asolan la ciudad dificultan algunas actividades muy agradables en verano, como pasear por el famoso Central Park, sentarse a comer en el renovado Bryant Park o a tomar el sol en las hamacas que se colocan en pleno Times Square. Es evidente que el programa ha de adaptarse al clima, pero en NY no faltan ofertas, y en una semana es imposible verlo todo. 






 

El cambio del dólar no estaba en su mejor momento y por tanto ir de compras no era el “chollo” del que hablan muchos turistas. Con los precios como en Barcelona no valía la pena renovar el vestuario.



Así pues, nos dedicamos a lo que íbamos, a recorrer todos aquellos rincones que han hecho tan famosa esta ciudad de ensueño, y que aparecen en tantas y tantas películas norteamericanas...



Desde nuestro sencillo, pero céntrico y económico hotel, lo teníamos todo relativamente cerca, Times Square, que acababa de inaugurar la pantalla luminosa más grande del país, Central Park, y la Quinta Avenida, a la altura del famosísimo hotel Palace, en donde también se encuentra la super tienda de Appel, un buen lugar para calentarse un rato mientras se usa su Wiffi gratuito, la cinematográfica tienda de juguetes FAO, o Tiffany´s.







Descendiendo por esta lujosa avenida, uno se topa con edificios bellísimos, como la Fifth Avenue Presbyterian Church, la Iglesia de ST. Thomas, o la increíble Catedral de St. Patricks. En frente, el imponente Rockefeller Center, en donde nos refugiamos de la lluvia y el frío. Y aprovechamos para probar los buenísimos “pretzels” de Auntie Anne’s. En la cima de este edificio, el “Top of the Rocks”, se disfruta de unes vistas espectaculares de la isla de Manhatan.





Siguiendo hacia el sur, uno se topa con la “NY Public Library”, la Biblioteca, en un edificio bellísimo. Y un poco más abajo la “Grand Central Terminal”, otro lugar impresionante en donde refugiarse de las inclemencias del tiempo, mientras se degusta una buena comida en alguno de los muchos restaurantes que han abierto en esta imponente edificación.






Pero bueno, en cualquier guía se encuentran todos aquellos lugares que uno no debe perderse: la tienda de juguetes de Lego, o la de Toy Sara’s, el Flatiron, el Metropolitan Museum of Art, imprescindible, el Museo de Historia Natural, el MOMA, una misa gospel en Harlem, la Estatua de la Libertad, La Bolsa, una hamburguesa en “Shick Shack”, una pizza en “Joe’s Pizza” y una cena en China Town y Little Italy. Y por supuesto, el Empire State Building, claro. Ahí hay que subir, aunque el viento helado del invierno le corte a uno los labios y le deje las manos congeladas.















Y aunque uno salga compungido y triste, también vale la pena visitar el Museo 911, dedicado a las víctimas del atentado a las torres gemelas del World Trade Center, al lado de la Torre One




 

Nueva York es siempre una experiencia única, diferente para cada cual. Pero todo el mundo queda sorprendido por la amabilidad de los neoyorquinos, la variedad y excelente calidad de su comida, su animada vida nocturna, su tolerancia, su modernidad y sus ganas de vivir. NY es pura energía, un lugar imprescindible para cargar baterías. 








 
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