dijous, 14 de febrer del 2013

BRASIL 2013


Un sorbito brasileño



Aprovechando la escala en Sao Paulo de mi vuelo a Santiago de Chile, decido quedarme algo más de dos semanas, para poder tener una pequeña idea de lo que se esconde en este país, una potencia emergente, según dicen.

Sao Paulo


Enero y febrero pueden no ser los mejores meses para visitar los estados de Sao Paulo y Rio de Janeiro. Llueve muchísimo y en la costa,  los mosquitos lo devoran a uno a todas horas. En mayo se acaban las lluvias y para finales de abril ya no quedan “pernilongos” como también los llaman aquí. Desaparecen ante la llegada del invierno, nuestro verano, y no volverán hasta pasada la primavera.

Vista desde el edificio Banespa
Las referencias que tenía de Sao Paulo, la metrópolis económica y el corazón de Brasil, no eran muy alagüeñas. Una ciudad gris, fea y bulliciosa por la que, parecía, era mejor pasar de puntillas. Sin embargo, uno descubre enseguida que es una ciudad que esconde infinidad de rincones preciosos. Además, destaca por su densa oferta cultural, con museos muy interesantes, como la Pinacoteca, y teatros y conciertos a unos precios reducidísimos para facilitar el acceso de todos a la cultura. (Lo mismito que España…)

En lo alto de una loma transcurre una de las principales avenidas de la ciudad, la Av. Paulista, flanqueada por grandes edificios de oficinas y bancos. A ambos lados, y a medida que desciende la ladera, bellas casas tradicionales, a menudo de alegres colores, van transformando el paisaje urbano y haciéndolo mucho más acogedor. La cercana zona de Jardims, por ejemplo, esconde un sinfín de buenísimos restaurantes y acogedores cafés. Como la animadísima y vecina Vila Madalena.



 

 Parque Trianon, en Av. Paulista


Mercado Central


 Museo Afro Brasil

 Parque Ibirapuera

 Pinacoteca

"Prazer", obra de teatro en el CCBB 
(Centro Cultural del Banco de Brasil)

Un poco más allá, el centro de la ciudad, acoge una infinidad de edificios interesantísimos, como el barroco Teatro Municipal, el Pateo do Collegio, el lugar exacto en donde los jesuitas fundaron Sao Paulo en 1554, el Solar da Marquesa, residencia de la amante del emperador Dom Pedro I, cuya historia supera cualquier telenovela, o el Edificio Copán, del famoso Oscar Niemeyer.

Pateo do Collegio
Monumento a "Mae Preta" (Madre Negra)
"Amamanta un niño blanco mientras
los suyos pasan hambre"

 Edificio Banespa

La costa

Al norte de Sao Paulo, camino de Rio, existen una sucesión de bellísimas playas, como la de Ubatuba. Yo pasé tres noches al lado de la de Guaera, en el municipio de Sao Sebastiao, visitando al amigo de unos amigos. Con el recorrí centenares de quilómetros de playas. Solo Sao Sebastiao ya cuenta con 146 quilómetros de playa y Ubatuba, 135. Luego nos adentramos en el Parque Nacional do Serra de Mar, ascendiendo por unas montañas tan altas como bellas, cubiertas de un espeso manto de vegetación tropical, que a penas deja ver la espesa niebla que se concentra en los puntos más altos.


Pero este maravilloso paseo no fue gratuito. A cambio tuve que cargar decenas de plantas, de una gran variedad de especies, y ayudar a plantarlas en el Templo de Novagokula, en donde vive una comunidad Hare Krishna. Obviamente, aproveché para visitar el templo y degustar unas deliciosas galletas y un té de Hierba Sidrera sabrosísimo. Después, la falta de pericia de Guillermo le llevó a embarrancar el camión en el barro, y unos cuantos devotos vieron como cambiaba el color de sus blancas túnicas mientras nos ayudaban a salir del barrizal, y se enfangaban hasta las cejas.






Rio de Janeiro

Rio es Copacabana, Ipanema, el Cristo de Corcovado, Pao de Açucar y, como no, Carnaval, uno de los más famosos del mundo, si no el que más.  No hay nada como visitar esta bellísima ciudad de la costa en estas fechas para entender el carácter de los cariocas, que se vuelcan en cuerpo y alma a la mayor de sus fiestas. Una energía arrolladora que no cesa, día y noche. Una auténtica locura que queda grabada para siempre en la memoria. 

  Pao de Açucar desde el Cristo de Corcovado



 Sambódromo






Pero es mucho más, y uno necesita tiempo para conocer a fondo esta interesante ciudad, y recorrer uno a uno los diferentes barrios que tanto la caracterizan. Como el histórico centro, de la que fuera la antigua capital de Brasil, cuando el rey de Portugal decidió trasladar toda su corte a su colonia más preciada. Algo inédito. O el popular barrio de Lapa, con sus restaurantes y bares musicales, las empinadas calles de Santa Teresa, Gloria, o la bellísima playa de Flamengo o Botafogo. Y como no, el extraordinario Jardín Botánico, pegado al Parque Nacional de Tijuca.





 Playa de Flamengo

Mención a parte merecen las favelas. Hoy en día es posible apuntarse a un tour para conocer de cerca la realidad de una de ellas, Rocinha,  la mayor del Brasil. Río tiene fama de insegura y violenta, y es cierto que hay que vigilar y ser discreto, todo el mundo te lo recuerda, pero la verdad es que eludiendo ciertas zonas solitarias por la noche uno no percibe peligro alguno. Al contrario. Los cariocas son gente amable y simpática, siempre dispuestos a echarte una mano si te ven desorientado.