divendres, 13 de desembre del 2013

Qatar 2013

Isla Fantasia


Sentado en un cómodo sofá, uno de los muchos repartidos a lo ancho y largo de los inmensos salones, contemplo extasiado las filigranas arquitectónicas de un edificio bellísimo. Escaleras de mármol, complicadas celosías en paredes y techos, fuentes de agua que corre por delicados canales… No es un palacio, aunque desde fuera me lo pareció. Es una universidad, con las aulas más cómodas que he visto nunca, con las tecnologías más avanzadas, Wiffi en todos los edificios, enormes aulas para los estudiantes, pistas deportivas, bolera, y un buen número de restaurantes para poder elegir entre diferentes tipos de comida. Es la Universidad de Qatar, uno de los logros de Qatar Fundation, sí sí, la del Barça...











Es como un cuento de hadas. El sueño de todo universitario. Un complejo a las afueras de la ciudad surgido en medio del desierto,  pero rodeado de jardines. Fuera no hay nadie. Una red de autobuses llevan a los estudiantes de uno a otro edificio. Dentro tampoco se ve mucha gente. Casi todos los espacios públicos están casi vacíos. Parece un mundo irreal, como el césped artificial de los jardines. De hecho, como todo lo que uno se encuentra en Qatar.


Y no es que no sea bonito. El zoco de Doha, por ejemplo, es una construcción de nueva planta, que imita el estilo árabe de la zona, creando un espacio muy acogedor y agradable. Las tiendas del zoco, los bares y restaurantes, los hoteles “boutique”, las galerías de arte, las cuadras de caballos y camellos o el espacio de los halcones hacen de este lugar un destino obligado para todo turista. Es, de hecho, uno de los mejores ambientes para dejarse caer en cuanto empieza a anochecer. Y es que los Qatarís tienen por costumbre salir cuando se empieza a poner el sol.














Es tan nuevo como los enormes rascacielos de atrevidos diseños que forman el perfil del “City Center”, al otro lado de la bahía. El lugar en el que se encuentran los mejores hoteles y centros comerciales. Como el faraónico complejo “The Peral-Qatar”, todavía en construcción, o como “Katara beache”, una joya bella y delicada, inconfundible gracias a un enorme anfiteatro de mármol, alrededor del cual se han construido bares, restaurantes, tiendas y una infinidad de espacios culturales, conectados por pequeñas calles y plazas, como si de un pequeño pueblo árabe se tratara.




















Todo nuevo, moderno y reluciente, como el Museo de Arte Islámico, otra maravilla ineludible en una visita a este pequeño país de Oriente Medio. Los petrodólares convierten en oro todo lo que tocan, y enormes proyectos urbanísticos tienen toda la ciudad en obras, derribando lo viejo y levantando la Doha del futuro. Y de paso, dando  trabajo a gentes de todo el mundo.


Eso sí, es una ciudad pensada para el coche. El transporte público es muy deficitario y uno se ve obligado a trasladarse en taxi a casi todas partes. En muchos lugares se han olvidado del acceso para peatones y a penas hay pasos de cebra. Y hay que andarse con cuidado, pues los Qatarís conducen como locos, aprovechando la potencia de sus carísimos coches. Es la sociedad de consumo elevada la máxima potencia, con todo el gas y el petroleo del mundo para despilfarrar sin límite, y una extraña y férrea política que lo convierte en un remanso de paz y seguridad...



Nota para mochileros. El Doha YHA es el alojamiento más barato de la ciudad, unos 25 euros la noche, aunque se encuentra algo lejos del centro y hay que añadirle unos 10 euros diarios de taxi. Hay buses, pero tardan muchísimo en pasar. Si se viaja en pareja, mejor un hotel del centro. Los hay desde 50 euros la habitación doble y los trayectos en taxi salen más económicos.




Raul, uno de los 2.000 españoles 
que trabajan en Qatar