dilluns, 3 de setembre del 2012

Memorias de África


Nairobi-Masai Mara- Lake Nakuru-Lake Naivasha-Hell’s Gate NP-Amboseli-Mombasa-Diani-Tanga-Pangani-Zanzibar-Der Es Salaam-Moshi-Lake Manyara NP -Ngorongoro NP-Taranguire NP-Arusha-Kisumu (Lake Victoria)-Nairobi


Kenia

África tiene algo especial que me hace regresar una y otra vez. No acierto a saber si son esos paisajes inmensos e inabarcables, el color del cielo y la tierra, la sensación de que uno está a merced del destino, o sus gentes, acogedoras y misteriosas a la vez. Y no deja de sorprenderme, pues viajar por África es amenudo agotador, una pesadilla para muchos. Pero, ni el mal estado de las carreteras, ni los deteriorados medios de transporte público, cuando los hay, ni las largas esperas hasta que el taxi, el matatu o el dala-dala está lleno y puede partir, me hacen desistir de poner mis pies de nuevo en ese fantástico continente.


Esta vez le ha tocado el turno a Kenya y Tanzania. Sabía que eran muy turísticos, y no tardé en percibir las diferencias con otros países en los que había estado antes. Nada que ver con los medios de transporte que utilizaba en Togo o Benin o las dificultades que allí tuve para encontrar un lugar donde comer, o con las carencias de hospedaje de Níger, o las aventuras para llegar a mi destino en Mali o Burkina Fasso. Aquí todo resulta sorprendentemente sencillo. Un buen número de líneas de buses cubren todo el territorio. Montones de restaurantes locales aseguran una buena comida, si no se tienen manías. Si se tienen, el país está lleno de buenos hoteles que sirven excelente comida occidental.

Y aunque África siempre resulta cara, al menos si se compara con Asia, Kenia dispone de una variada oferta que permite que también los mochileros se atrevan con ella. Por ejemplo, Nairobi cuenta con varios hoteles que disponen de habitaciones compartidas, como las de los albergues, en donde puede pasarse la noche, junto a 6 o 7 personas más, por unos 7 u 8 euros. Una doble ya son 20 euros, que tampoco está nada mal.

Nairobi




Nieves, la amiga con la que viajaba, y yo, aterrizamos en Nairobi sin saber que encontraríamos ni a donde iríamos. En el mismo vestíbulo del aeropuerto contactamos con una de las muchísimas agencias que ofrecen los anhelados safaris que han hecho famoso a Kenia. Unas horas después, la visitaríamos en el centro de la ciudad y tras ser informados de las condiciones y precios, no tardamos en contratar un safari de 7 días por los principales parques y reservas naturales de Kenia.

En nuestras estancias en Nairobi nos hospedamos en el Milimani Backpackers&Safari Centre, un hotelito a 20 minutos a pie del centro, con habitaciones compartidas y también individuales y dobles, con un restaurante muy agradable y con una comida muy sabrosa.



Nairobi es una ciudad moderna, que cuenta con un centro activo y bullicioso, de altos edificios, centros comerciales, cafés, bares, restaurantes y hoteles de las principales cadenas internacionales. También dispone de parques, amplios y acogedores, que la embellecen y disipan las primeras impresiones, más bien negativas, de una urbe bulliciosa y de caóticos atascos de tráfico. Pero no deja de ser África, y uno lo percibe enseguida en cuanto se acerca a la “estación” de autobuses con la idea de adquirir un boleto de viaje, o se pierde por alguno de los numerosos mercados locales. La noche, poco iluminada, y de calles solitarias, invitan poco al paseo y los turistas suelen recogerse en sus hoteles o salir a cenar en un taxi de puerta a puerta.

La ciudad también alberga el interesante Museo Nacional de Nairobi. O la famosa Casa Museo de Karen Blixen, la autora de “Memorias de África”, que vivió un tórrido romance con el cazador Denys Finch-Hatton, al que hizo famoso con su libro, y que tuvo, en la versión cinematográfica, el rostro de Robert Redford.




Masai Mara

En Nairobi pueden encontrarse safaris muy económicos; a mitad de precio de los que ofrecen las agencias de viajes en nuestro país, pero, no nos engañemos, uno recibe aquello por lo que paga. Nada de hoteles de lujo, con bonitos bungaloes de madera climatizados, piscina y en el mismísimo interior del parque.

Dicho esto, no obstante, hay que decir que si el presupuesto de uno es ajustado, como en nuestro caso, y no se busca ningún tipo de lujo, lo que ofrecen las agencias “baratillas” de Nairobi puede estar muy bien. Esa ha sido, al menos, nuestra experiencia.

En Masai Mara nos hospedamos en Flamingo Camp, un campamento montado por masais, muy cerca de un poblado, en el que pudimos contemplar el quehacer diario de los miembros de esta legendaria tribu. Sacan el ganado por las mañanas y lo regresan por las tardes, antes de que anochezca. Viven en casas de adobe, junto a sus animales. Y, al contrario de lo que nos habían dicho, todo el mundo allí vestía con las ropas tradicionales. No tuvieron que "disfrazarse" el día en que accedimos a que nos mostraran algunas danzas tribales y nos dejaran entrar en sus casas, para ver como vivían.


Viajábamos con un cocinero, Joseph, que nos deleitó con una sencilla, pero excelente comida durante todos los días de safari. Y dormíamos en unas tiendas de campaña, con camas y cuarto de baño, en medio de la sabana, y desde donde podíamos observar unos avestruces, o una familia de elefantes, alimentándose cerca del campamento. Pronto entendimos porque el lugar disponía de vigilantes todo el día.







Y, por supuesto, una vez dentro del parque, en donde entrábamos por la mañana temprano y salíamos al atardecer, los animales se movían a sus anchas para todos los visitantes por igual. La visión, en vivo y en directo, en plena libertad, del león, el elefante, el búfalo, el rinoceronte, el hipopótamo, la jirafa, la cebra, la hiena, o el guepardo, es un espectáculo inolvidable. Uno se quedaría horas contemplando ese león perezoso y satisfecho que juega con su compañera, o los grupos de elefantes que deambulean por la sabana en busca de alimento, o juegan graciosos junto al río.

Nakuru y Naivasha





Un día en el lago Nakuru y otro en el lago Naivasha saben a poco. Pero uno se lleva un muy buen sabor de boca gracias a la espectacular naturaleza del lugar, y los muchos animales que llega a encontrarse por el camino.




La Casa de Huéspedes, en el interior del Parque Nacional del Lago Nakuru es el alojamiento más económico. Y el YMCA de Naivasha, de acogedoras cabañas redondas, permite, si hay suerte, observar a los hipopótamos y búfalos que pasan la noche en las inmediaciones.

A dos quilómetros del albergue se encuentra el extraordinario “Hell’s Gate Nacional Parc”, la Puerta del Infierno. El único parque que el visitante puede recorrer a pie, mientras cruzan a su lado montones de Gazelas Thomson, cebras y los graciosos facoteros, los jabalís africanos, el famoso Pumba escapado de una película de dibujos animados. 








Amboseli NP






El safari concluye en el Parque Nacional de Amboseli, en la frontera con Tanzania. Las fotos de sus legendarias sabanas llenas de elefantes, con la espectacular imagen del Kilimanjaro al fondo, lo han hecho famoso. Las espesas nubes, no obstante, impidieron que pudiéramos inmortalizar semejante espectáculo en nuestras cámaras. Pero el gran número de animales que llegamos a ver compensó con creces la visita.

Además, nos hospedamos en el que, sin duda alguna, fue el mejor campamento de todo el safari, “Morani Camp”, con unas bellísimas tiendas cubiertas, perdidas en medio de la nada y con vistas al Kilimanjaro.


La Costa


Llegamos a Mombasa en pleno Ramadan. Los restaurantes cierran al mediodía y a uno no le queda más remedio que tomar el almuerzo en el hotel. Por la noche las calles se llenan de multitudes, los restaurantes rebosan y de las mezquitas no para de entrar y salir gente. Nada que ver con Nairobi. Uno diría que se encuentra en otro país.
 Fort Jesus






Ferry a l'illa de Mombasa

Pasamos un par de días en esta bellísima ciudad de la costa, visitando el Fuerte Jesús, construido por los portugueses, y el centro histórico, con sus animados mercados.

Seguimos hacía el sur, para bañarnos en las aguas de las visitadas playas de Tiwi y Diani. Allí conocimos a un joven tanzano que se ofreció a llevarnos en su vehículo hasta el país vecino.







Tanzania


Tras pasar un tranquilo día en Tanga, llegamos a Pangani, el lugar en donde tomaríamos un bote rápido que nos llevaría hasta la isla de Zanzíbar. Nuestro destino para los próximos 5 días nos esperaba con paradisíacas playas, lujosos hoteles, una bellísima capital colonial, Stone Town, tortugas gigantes, traídas en la época colonial desde las Sheychelles, y una vida local tan inesperada como misteriosa.


 Kendwa Rocks









 Stone Town


En Stone Town tomamos el ferry que, en dos horas, nos llevó hasta Der Es Salaam la moderna capital de Tanzania. Bellos edificios, calles bien acondicionadas, coches nuevos y modernos por todas partes, una estación de buses ordenada y lejos del centro, y la presencia de sus habitantes sugieren un buen nivel de vida.

El viaje hacia Moshi, al norte, es espectacular. El paisaje hipnotiza. Las grandes planicies que se extienden sin fin hacia el sur, salpicadas de espinosos arbustos, las montañas que marcan la frontera con Kenia, la tierra roja y exuberante y la densa vegetación del norte, suponen un mosaico de bellísimos contrastes.

Moshi es el punto de partida de todos aquellos que suben al Kilimanjaro, un ascenso que suele hacerse en 6 o 7 días, acompañados de guía, cocinero y porteadores. Y que cuesta un buen dineral. Nosotros nos conformamos con hacer una bellísima ruta que nos llevó hasta un mirador desde el que, si no hubiera sido por las nubes, hubiéramos gozado de una espléndida vista del pico más alto de África (5896m).








Desde Moshi contratamos un safari de 3 días para poder acercarnos a tres de los parques nacionales que se encuentran en el norte de Tanzania: Lake Manyara, Ngorongoro y Taranguire. En este último, por fin, pudimos divisar al esquivo guepardo, tres en concreto, que descansaban medio ocultos entre las hierbas de la sabana.


 Lake Manyara


 Ngoronogoro







Lago Victoria

Después de tres días contemplando, de nuevo, la gran fauna africana, regresamos a Arusha, la ciudad desde la que parten la mayoría de safaris. También el mejor punto para regresar a Nairobi. Nuestro objetivo, ahora, era llegar a la capital de Kenia, y desde allí, tomar un bus hacia el lago Victoria, el más grande de África y el segundo lago de agua dulce más grande del mundo. Nos hubiera gustado llegar hasta Jinja (Uganda), el lugar en donde las aguas del lago se desbordan y nace el Nilo, pero el tiempo se nos agotaba y nos quedamos en Kisumu.

Kisumu es una tranquila ciudad, a orillas del Lago Victoria, en la reducida porción que corresponde a Kenia. Es un lugar plácido, en el que la vida parece transcurrir sin prisas. Sus habitantes se acercan al lago los fines de semana, unos para lavar los coches, motos y bicicletas, y otros para sentarse a contemplar la puesta del sol. Los pescadores, que suplen los restaurantes de la zona con carpas y tilapias, comparten las orillas con hipopótamos que se sumergen y asoman continuamente.





También es un buen punto de partida para explorar la única porción de selva virgen primaria que se conserva en Kenia: Kakamega Forest. Este frondoso bosque, que un día se extendía hasta Uganda, y que parece que también albergó los famosos gorilas en la niebla, está hoy aislado entre inmensas plantaciones de té creadas por los colonos ingleses.







 Plantaciones de te



Esto es todo amigos...