divendres, 30 d’octubre del 1998

Bòsnia 1998

Retrobament amb la família de Bòsnia

L'octubre del 1998 vaig viatjar novament a Bòsnia, per assistir a la inauguració d'un hospital finançat per la cooperació catalana. Durant els dies que vam estar a Sarajevo vaig poder retrobar-me un altre cop amb la família Jelic, els nostres amics de Bòsnia.



dimecres, 30 de setembre del 1998

Singapur, Indonesia, Malasia y Tailandia 1998

Un paseo por el sudeste asiático
Del 6 de julio al 18 d’agost

Singapur
Indonesia: Pulau Bintan
Malasia: Johor Bahru, Melaka, Kuala Lumpur, Cameron Highlands, isla de Penang, Kota Bharu, Pasir Putch, Kuala Bessat, islas Perentian, Rantau Abang, Cherating, Tasik Chini.
Tailandia: Bangkok, Nakhon Pathon, Kanchanaburi (Rio Kwai), Pucket, isla de Phi-Phi, Hai Yai.

Singapur e Indonesia

Cuando aterrizo en Singapur ya es de noche. El vendedor de billetes me dice que los albergues por los que pregunto están cerrados. Me recomienda el “Green Courtains”. Pasamos justo por delante y allí me bajo. Es un hotelillo bastante sencillo, en la zona india de la ciudad.

En la calle, y debajo de un gran toldo se expone el cadáver de una abuelita de 80 años. Al lado, una mesa llena de frutas velas y otras ofrendas. Según me explica un familiar, puede estarse allí de tres a siete días, hasta que todos los miembros de la familia hayan pasado a verla.

Mientras camino por el mercado conozco a Marjan, una chica holandesa que está tomando un café. Quiere pisar Indonesia, pero no se atreve a ir ella sola. Me propone acompañarla y acepto. Me acompaña a ver a mi amigo Derick, un chico al que había conocido en Sydney. Comemos en China Town, en lo que allí llaman un “court food”, un lugar lleno de pequeñas paradas en donde se sirve todo tipo de comida.

Después de recorrer esta pequeñísima ciudad, el modernísimo distrito de negocios, la Litlle India, el río, el distrito colonial, el exclusivo Boat Quay, y probar una infinidad de platos, desconocidos y de nombres difíciles de recordar, salimos en barco hacia la isla de Pulau Bintan, en Indonesia.

Tanjun Pinang, la ciudad en la que abordamos, nos deja estupefactos. Extraños edificios de un amarillo chillón, casas de madera sobre pilares que salen del agua, y un montón de gente por todas partes. Es otro mundo. Enseguida conocemos un joven muy agradable que se ofrece a hacernos de guía. Nos lleva por todas partes y nos presenta a un montón de gente. Nos pasea por los mercados nocturnos, iluminados por lámparas que crean una atmósfera mágica.

Nos dormimos con el canto de la oración que sale del minarete que tenemos al lado del hotel.

Visitamos también la isla de Penyenget, un paraíso, un remanso de paz, sin coches, sin motos, y en donde las familias se sientan en el porche de su casa a disfrutar de la brisa marina. Todo el mundo nos sonríe y nos saluda y hasta nos dan a probar algunas frutas tropicales. Y en "Taksi" nos acercamos hasta la playa de Trikora.

Y este animalito tan simpático estaba atado a un tronco delante de una casa. No pude evitar acercarme. Tenía una mirada muy triste, supongo que por estar privado de libertad y no poder saltar por los árboles de la selva. Me acerqué lo suficiente como para que me agarrara una muñeca con la mano de una de sus patas. Me hizo gracia. Enseguida agarró la otra muñeca con la mano de la otra pata. Y cuando quise reaccionar ya fue demasiado tarde. Cogido como me tenía, llevó sus manos a mi cabeza, agarró mi pelo y empezó a estirar. Parecía que quería dejarme calvo. Empeze a gritar y los miembros de la casa salieron corriendo a socorrerme. Costó que me soltara, pero al final quedé libre. ¿No le gustó que le hiciera una foto, o quería vengarse por su falta de libertad... ?






Malasia



Después de la colonial Melaka llego a Kuala Lumpur. Pensaba quedarme un par de días. Según la guía no había muchas cosas que ver. Pero allí me esperaba Razif, un malé que había conocido diez años antes, mientras vivía en Londres. Enseguida me presenta a todos sus amigos, un director de teatro, una popular actriz de televisión, una de las cantantes más conocidas de Malasia, un fotógrafo y artista, un par de modelos internacionales… No puedo resistirme al glamour de aquella gente y me dejo llevar por su frenético ritmo de vida. Cenas, clubs nocturnos, conciertos, teatro…

Al décimo día decido que era hora ya de continuar. Me adentro en la selva, rumbo a Cameron Highlands y sus impresionantes plantaciones de te. Seguiré subiendo hacia Penang. Desde lo alto de una montaña a la que se asciende con funicular se tiene una vista espectacular de la isla. En un templo hindú hombres vestidos con una túnica como única prenda y mujeres bellísimamente vestidas y portando lámparas de aceite, celebran una fiesta. Desde aquí viajaré a Bangkok y después de 10 días en Tailandia regresaré a Malasia, pero ahora por la costa este.





Empiezo por Kota Bharu, la capital del estado de Kelantan, un feudo islámico en donde, por las noches, todo el mundo se concentra en plazas y parques para charlar hasta tarde, a falta de bares y discotecas. La ciudad es preciosa y la gente encantadora. Enseguida conozco unos muchachos que muy amablemente me hacen de guías. Seguiré hacia Pasir Putch y Kuala Bessat, en donde tomaré un barco para llegar a las islas Perentian, el Paraíso. Aguas prístinas y trasparentes en donde nadan las tortugas, pequeños bungaloes en la orilla, selva detrás, y una pequeña barca que conecta unas islas con otras.

Mucho más al sur, en Rantau Abang, permaneceré varios días, esperando que una gran tortuga se dignase a acercarse a la playa para poner sus huevos. Esperé infructuosamente que alguna de aquellas noches llamaran a la puerta de mi habitación para avisarme que el espectáculo había llegado. Seguirá Cherating, el tour a Tasik Chini, y de vuelta a Kuala Lumpur, antes de regresar a Singapur y tomar el vuelo hacia España.

Tailandia


Visitados los impresionantes templos de Bangkok, me dirijo a Nokhon Pathon, para ver su mercado flotante y después a la región de Kanchanburi para atravesar, a pie, el famoso Rio Kwai. Tras cuatro días en la capital vuelvo al sur, ahora hacia Pucket, en donde conoceré un chico de Singapur y dos de Japón. Juntos alquilaremos un coche y recorreremos la isla, visitando lugares tan interesantes como el “Gibbonn Rehabilitation Project”. Obviamente, también visitaremos la isla de Phi Phi para bañarnos en sus azules y limpias aguas.




dissabte, 30 de maig del 1998

Nova Zelanda 1998

El país de los Kiwis

Auckland, Whitianga, Tauranga, Monte Maunganu, Te Puke, Rotorua, Waitomo, Taupo, PN. de Tongarino, Wellington, Picton, Nelson, PN. de Abel Tasman, PN. de los Lagos, Westpost, Cape Faulwind, Tauranga Bay, Punakaki Pancake Rocks, Greymouth, Lago Mahinapua, glaciar Franz Josef, Lago Matherson, PN. Monte Aspiring, Queenstown, Milford Sound, Te Anau, Chrischurch, Kaikoura, Parque Trouson, Cape Reinga, Pahia y la Bahia de las Islas.

 

Nueva Zelanda es como Australia, pero en pequeño. Tiene todo tipo de paisajes: impresionantes playas y dunas de arena blanca en el norte, bosques milenarios, selvas tropicales de clima invernal, volcanes, inacabables prados verdes que acaban en abruptos precipicios al lado del mar, fiordos, que recuerdan a los de Noruega, enormes glaciares, montañas desiertas, picos altísimos en donde nieva y abundan las pistas de esquí. Además posee una flora y una fauna única, endémica, como el famoso kiwi, el ave que simboliza el país, i que, como otras especies del lugar, perdió la habilidad de volar por falta de depredadores de los que huir. Aunque, la llegada del hombre blanco, con sus inofensivos animales de compañía, perros y gatos, ha puesto al kiwi al borde de la extinción.


Cinco semanas de viaje me permitirian recorrer gran parte del país. Primero la isla del Norte, con la salvaje vegetación de Whitianga, el paradisíaco paisaje de Tauranga y el Monte Maunganu, Te Puke, la capital del kiwi, Rotorua, con la Puerta del Infierno, su área termal, los geysers de barro hirviendo, el centro maorí, Waitomo, Taupo, el Parque Nacional de Tongarino y finalmente Wellington, la capital. Después la isla del sur, cons sus glaciares, sus reservas de focas, sus pistas de esquí, sus inmensos parques y lagos...

dijous, 26 de febrer del 1998

Japón y Corea 1998

El país del Sol Naciente
Nagoya, Ise, Nara, Kyoto, Tokyo, Kamakura, Takayama, Gero

"Salimos del aeropueto con dirección a un pequeño pueblo en donde vivían los padres de Misa, la esposa de mi amigo Takao. Habían planeado pasar el día con ellos. Su padre hablaba inglés y eso facilitó que pudiésemos conversar largo y tendido. Nos pasamos el día sentados en el suelo, tomando te y dulces, con las piernas bajo una mesa en la que había una estufa que nos manternía bien calentitos. Vivían en una casa tradicional japonesa, de madera, con habitaciones muy acogedoras, suelos de tatami y papel de arroz en las ventanas, absolutamente preciosa".


"Para cenar prefirieron llevarme a un restaurante muy exclusivo. Una mujer, vestida de manera tradicional abría y cerraba la puerta del espacio privado en que cenábamos. Delicadas paredes de madera y papel de arróz que nos aislaban completamente del resto de las habitaciones. Cada vez que se abria la puerta corrediza, entraban nuevos y apetitosos platos. Primero el sushi, después tempura, diferentes tipos de pescado cocinados de manera muy diversa, sopa de miso, caviar, verduras, carne cruda, que debíamos cocinar encima de una piedras calientes depositadas sobre la mesa, pollo con verduras y todo ello acompañado con té japonés y sake".



Corea del Sud

"El 21 de enero de 1998 tomé el avión de Asiana Airlines con destino a Seúl, la capital de Corea del Sur. Mi amigo Baek me esperaba en el aeropuerto, tal como habíamos quedado. Fue una suerte. Nada más llegar intenté sacar dinero de un cajero automático. Solicité la ayuda de Baek, pues los números estaban solo en coreano, pero de nada sirvió. Un empleado de la oficina de cambio del aeropuerto nos explicó que no era posible sacar dinero con la Visa en ningún lugar del aeropuerto. Era necesario trasladarse al centro, al único banco en donde esto era posible. Enseguida descubrí, sorprendido, que en Corea, en aquella época, no existian los famosos ATM, cajeros automàticos, que en occidente estamos acostumbrados a encotrar por todas partes. Esto cambiaría muy pronto, y en un segundo viaje que realizé a Corea en el 2004, justo después de celebrarse en ese país el Mundial de Futbol, el panorama era totalmente distinto. Los cajeros habían proliferado por doquier, y las señales de todo tipo se encontraban también en inglés".



Pero en ese momento, Corea era un país absolutamente desconocido, al que no viajaba nadie, y que vivía todavía bastante aislado del mundo. Los únicos occidentales que encontré en la ciudad eran profesores nativos de inglés, ingleses o americanos que se aprovechaban del auge de las escuelas de idiomas. Corea estaba despegando, y los coreanos se preparaban para comerse el mundo.