dimarts, 7 de febrer del 2023

Fin de Año en Irlanda

 

Un pequeño gran viaje


Se acercan esas cortas vacaciones de fin de año y uno empieza a pensar en un posible destino en donde celebrarlo. Irlanda se me antoja el lugar ideal. Un país pequeñito y relativamente cerca. Es cierto que en estas fechas existe la posibilidad de que nos llueva cada día…, pero ¿en que fechas no?. Los días son cortos. A partir de las 16:30 empieza a oscurecer. Y seguramente hará frío. Pero no tanto, la verdad!


Resulta curioso que estando tan cerca, nunca antes hubiera estado en Irlanda. Así que sin dudarlo más decidí emprender un nuevo viaje hacia un lugar completamente desconocido para mí. Un viaje corto, de solo 10 días, pero sorprendente. 


Irlanda es tan bella, sus paisajes tan espectaculares, sus gentes tan amables y su comida tan deliciosa, que resultó ser un gran viaje. Un gran destino al que seguro regresaré. Y es que aunque es un país pequeño, hay mucho que ver y se necesita mucho tiempo, si se desea saborearlo como se merece.

Dublín


Varias compañías de “low cost” vuelan de Barcelona a la capital de Irlanda por un módico precio. Dublín tiene suficientes atractivos como para quedarnos unos cuantos días: el Trinity College, con su fantástica biblioteca, en donde se encuentra el famoso “The book of Kells”, o una antiquísima arpa de madera, símbolo del país. El National Museum of Ireland, el Irish Emigration Museum, o el Castillo de Dublín, que bien merece una visita.



Es muy recomendable un paseo por la calle comercial de Grafton, llena de tiendas y cafés, como el Bewley’s Oriental Café, en donde sirven unos dulces sabrosísimos.


Y por supuesto, no podemos olvidarnos de sus pubs, como el Temple bar uno de los más famosos y visitados. En cuanto oscurece, son los lugares idóneos para degustar una cerveza y disfrutar de la música en vivo. También son ideales para una deliciosa cena, siempre en un ambiente muy acogedor.


Al Norte de Dublín

Todo está muy cerca en este país, y si se dispone de un vehículo es muy fácil recorrerlo y disfrutar de todas las maravillas naturales que contiene. Empiezo la ruta hacía el norte, Belfast, en dónde visito el famoso Museo del Titánic, y es que fue ahí en dónde se construyó ese mítico y desafortunado trasatlántico.


Sigo hacia el norte, hasta la bellísima Derry, una población muy conocida por el triste acontecimiento que tuvo lugar el 30 de enero de 1972, el llamado Domingo Sangriento. Trece personas murieron asesinadas a causa de los disparos de la fuerza paracaidista británica después de una manifestación en favor de los Derechos Civiles para los católicos de Irlanda del Norte en el barrio de Bogside.




Pasamos la noche en un acogedor Bred&Breakfast, en el “Free Derry”, en el que cenamos también de maravilla. Y tras un paseo matinal por el precioso centro amurallado de la ciudad, pusimos rumbo a la costa. Nos esperaba una de las maravillas naturales de Irlnda, “Giant’s Caseway”, la Calzada del Gigante.


La costa irlandesa es fascinante. Las verdes praderas llegan hasta el mismísimo mar. Y en la calzada del gigante, uno se encuentra un paisaje sobrecogedor, un área que contiene unas 40.000 columnas de basalto provenientes del enfriamiento relativamente rápido de la lava de una caldera volcánica, que ocurrió hace unos 60 millones de años.




No muy lejos de allí se encuentra el “Carrick-a-rede Rope Bridge", un puente colgante que une el continente con una pequeña isla. No pudimos cruzarlo por el fuerte viento de aquel día, pero valió la pena la visita por el espectacular paisaje.


Conduciendo hacia el oeste


Nuestro siguiente destino Donegal, otra preciosa población des de la que pueden hacerse un sinfín de excursiones por los bellísimos acantilados de la costa oeste de Irlanda. Pasaremos la noche en un fantástico Bed&Breakfast, Assaroe House, en la cercana Ballyshannon.


Tras un desayuno espectacular seguiremos nuestra ruta hacia el Parque Nacional de Connemara. Ondulantes carreteras se adentran en profundos bosques con todas las tonalidades ocres que uno pueda imaginar. Ríos, cascadas y lagos configuran una naturaleza salvaje, prístina y única. Y en medio de esa maravilla natural nos detendremos a visitar la Abadía de Kylemore, un paraíso en el paraíso.





Galway


Me habían hablado muy bien de esta animada ciudad al oeste de Irlanda, y decidimos pasar allí la noche de fin de año. Su acogedor centro está formado por bellísimos edificios, calles peatonales que invitan a pasear, e infinidad de pubs en los que disfrutar de su música tradicional.

Desde Galway se accede fácilmente a algunos de los lugares más conocidos y bellos del país, como los acantilados de Moher. Salimos temprano y paramos a tomar un delicioso desayuno en el encantador pueblecito costero de Kinvarra, muy cerca del espectacular Castillo de Dunguaire.





Ya en los famosos Cliffs of Moher, aprovechamos un tiempo excelente y sin lluvia para recorrerlos de cabo a rabo. Fantástico e imprescindible.



Nos hubiera gustado continuar más al sur, pero 10 días no dan para más y empezamos el camino de vuelta a Dublín. Eso sí, por el camino nos deparaban algunas sorpresas. La primera, Clonmacnoise, un antiguo monasterio fundado en el S. VI y uno de los más famosos de Irlanda. En activo hasta el S. XII, contiene las tumbas de muchos de los reyes que gobernaron estas tierras durante esos siglos.



Rock of Cashel es una de las ruinas medievales más importantes de Irlanda. Este impresionante castillo fue el centro del poder de los Reyes de Munster durante más de 1000 años.




Y como no, Kilkenny, otro lugar imprescindible, pequeño pero repleto de edificios bellísimos, como su castillo, una inmensa catedral anglicana y otra católica. Allí cenaríamos, en el Left Bank, un restaurante muy concurrido y acogedor en el que se come de maravilla. Tras pasar allí la noche tomamos rumbo, ahora ya si, hacia Dublín, fin de nuestro viaje.